Algunas consideraciones en torno a la mortalidad materna, el indigenismo, la marginación y los derechos humanos
México es un país de grandes desigualdades sociales, con altos porcentajes de población en pobreza y marginación e importante presencia de grupos indígenas. Los últimos datos reportados por la Encuesta Intercensal levantada por el INEGI durante 2015 señalan una población de más de once millones de habitantes que se declaran como indígenas, con todo lo que ello implica respecto a vulnerabilidad y discriminación hacia su propia cultura, de los cuales 7.4 millones son hablantes de alguna lengua indígena; 23% de la población reside en localidades extremadamente dispersas (menores de 2500 habitantes), en tanto que según estimaciones del CONEVAL más del 52% de la población vive en niveles de pobreza, y que de acuerdo a CONAPO más de 16 millones de habitantes (13.7%) reside en municipios de alta y muy alta marginación.
Las tres características antes señaladas (pobreza, marginación e indigenismo) se entrelazan entre sí y comparten características comunes respecto a sus niveles de vida y sus características sociodemográficas, siendo que en particular las mujeres que forman parte de este grupo de población representan el eslabón más débil frente a una cadena de factores que afectan y condicionan sus precarias condiciones de vida y de salud.
Con el fin de centrarnos en la relevancia de éste tema, es conveniente precisar que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud la mortalidad materna es el fallecimiento de una mujer mientras está embarazada o dentro de los 42 días posteriores a la terminación del embarazo, independientemente de la duración, circunstancias o causas relacionadas con el embarazo y su manejo, exceptuando aquellas causas accidentales o incidentales.
Ya se comentó que a nivel nacional y según los últimos datos disponibles correspondientes al año 2015, ocurrieron 944 defunciones maternas, de las cuales solo 778 intervienen en el cálculo de la razón de mortalidad materna, después de excluir 128 muertes tardías, 23 por coriocarcinoma y 15 por otras causas, la mayoría secuelas, a partir de las cuales se obtiene una razón de muerte materna de 36,4 defunciones por cada diez mil nacimientos.
Veremos en este caso que el nivel de mortalidad materna se encuentra fuertemente asociado al comportamiento de otras variables vinculadas con los niveles de pobreza, como son los porcentajes de hablantes de lengua indígena, de población dispersa y de población residente en municipios con altos niveles de marginación. Los ejemplos más claros se observan en los estados de Chiapas, Guerrero y Oaxaca.
Finalmente y más allá del potencial cumplimiento de las metas internacionales señaladas para el ámbito nacional, resultaría de elemental justicia social la implementación de una estrategia de equidad que reconociera como meta objetivo y trabajara operativamente en ella a fin de lograr la reducción de la muerte materna de forma tal que la RMM en los municipios marginados sea al menos igual al valor de la meta nacional establecida.
“La fortaleza de una cadena se determina por la dureza del eslabón más débil”
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