Se comenta por las redes que cada día hay acciones propias de la festividad, que describimos a continuación:
28 de octubre. Se prende la primera luz (veladora blanca) y una flor blanca para dar la bienvenida a las animas solas.
29 de octubre. Se prende una segunda veladora y se coloca un vaso con agua dedicado a difuntos olvidados y desamparados.
30 de octubre. Se agrega una tercera veladora y un segundo vaso con agua, además de un pan blanco (bolillo o telera) para los difuntos que se fueron sin comer o los que tuvieron algún accidente.
31 de octubre. Se prende la cuarta veladora, un tercer vaso con agua, otro pan blanco y colocamos una fruta (mandarina, naranja o guayaba), para los muertos de los muertos (los Ancestros) o sea los abuelos de los papás que algunos tuvimos o tienen el gusto de conocerlos (bisabuelos).
1° de noviembre. Día de los muertos pequeños, chiquitos o niños en este día se pone toda la comida dulce, calabaza, guayaba, chocolate, miel, flores.
2 de noviembre. Día de los fieles difuntos o de los muertos grandes que es el día que se coloca toda la comida, cigarros y sus cervezas.
En todos los días de la celebración se ponen flores, se quema incienso de copal de preferencia.
3 de noviembre. Se prende la última veladora blanca, se quema copal y se les despide pidiendo que vuelvan el siguiente año.
LAS OFRENDAS DE MUERTOS EN LA CONAMED
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Les dejamos compartiendo una tradicional Calaverita Literaria, elaborada por el Lic. Jesús Olivares, Director Jurídico en la Dirección General de Arbitraje de CONAMED. Sea este un pequeño homenaje a nuestros compañeros conamedienses que nos dejaron el año pasado y a quienes NO olvidaremos: Gloria Flores Romero, Elizabeth Espinosa Romero y Édgar Felipe Villafán Sánchez.
¿No me da mi calavera?
Como es costumbre cada año, ya nos viene a visitar,
la paciente Calavera,
que mucho desea y espera,
que se le reciba como toda una celebridad.
Sin embargo a su llegada nadie le fue recibir,
por temor justificado
de llegar a ser atrapado
y convertirse en víctima de ese ser tan vil.
Agotada por el viaje buscó donde descansar,
pues tenía mucha hambre
y los huesos con calambre
por tanto tener que caminar.
Deambulado por Mitla y Eugenia,
encontró la CONAMED,
donde entró desapercibida,
esperando ser atendida
y le dieran algo pa’ comer.
Encontró un lugarcito, y a gusto se sentó,
donde había mucha gente
también cafecito caliente
y una gran televisión.
Alguien advirtió su presencia, y de inmediato comentó,
yo a esa la conozco,
es la Huesuda impertinente,
que por alguien ya llegó.
¡Yo no vengo aquí por nadie!,
dijo fuerte la Osamenta,
con tenebrosa voz que intimida
y sobre todo amedrenta.
Con su fuerte grito, asustó a la multitud,
diciendo a los inmutados,
"Por qué están tan asustados,
¿qué no ven mis intenciones?, ¡hoy no traigo mi ataúd!".
Y replicó la Encapuchada, ¡todo es culpa de mi aspecto!,
no tienen por que temerme,
a nadie voy a comerme
yo nomás quiero que me den un pan de Muerto.
Alguien gritó entre la gente,
"¡eres una injusta y prepotente!",
diciéndole otras muchas ofensas,
haciendo enojar a la Muerte
por la actitud poco valiente.
Quitándose la caperuza la Inerte atendió la agresión,
y con voz de ultratumba dijo,
"¡SÍ!, soy sicaria, asesina,
más no crean que por imprudente,
sino por oficio y vocación".
"Nadie se puede quejar de las cosas de las que soy autora".
Y elevando el puño al cielo dijo,
"Yo no distingo, no discrimino,
¡soy demócrata ejecutora!
Concluyendo su discurso,
la Santa se fue alejando,
dejando a su paso un vestigio,
que el que siga ese indicio,
de seguro se va al Campo Santo.
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